Si hay algo que me gusta en la vida, es el arte. Y eso incluye totalmente al cine, en el cual estoy inmersa desde hace casi dos años, cuando junto con el Mr.D decidimos dedicarnos a ver filmes por las noches, para así alimentar una de nuestras pasiones comunes. Y justamente este mes nos decidimos a hacer un ciclo de ciencia ficción uno de mis géneros favoritos por ser al mismo tiempo que crítico, uno de los más libres.  El domingo pasado tuve la oportunidad de ver "Dark City" (1998), una de esas películas que en mi opinión, más allá de tener una estética impresionante (y de la que se copiaron otros filmes como Matrix), explora muchas cuestiones sobre lo humano, dejándonos al borde de la reflexión. 

Dirigida por Alex Proyas (el mismo director de "El cuervo"), y protagonizada por Rufus Sewell, Kiefer Sutherland, Jennifer Connelly y William Hurt, "Dark City" narra la historia de  John Murdoch (Rufus Sewell), un hombre que al despertarse solo en un extraño hotel, comprueba que ha perdido la memoria y que extrañamente es perseguido como el autor de una serie de sádicos y brutales asesinatos. Mientras intenta juntar las piezas que componen el puzzle de su pasado, descubre un submundo habitado por unos seres conocidos como "los ocultos" que tienen la habilidad de adormecer a las personas y alterar a la ciudad y a sus habitantes (no se preocupen, éste es sólo un resumen, faltan muchas cosas). 

A pesar de lo simple que puede aparentar el argumento, personalmente me pareció que la película es impecable en lo que corresponde a escenas, diálogos, ritmo narrativo y sobre todo la temática central, relacionada con la pregunta sobre el carácter de lo humano, relacionada con los recuerdos y las vivencias del día a día. Según la crítica, Este filme plantea una situación similar a la del argumento de Bertrand Russell conocido como Tierra de cinco minutos (voy a buscar este libro!!!!!!) en el que se señala de que no hay manera de saber si el pasado realmente existe, tal como dice Russell: "No hay ninguna imposibilidad lógica en la idea de que el mundo haya aparecido hace cinco minutos, exactamente como está y con una población que "recuerde" un pasado completamente irreal".